viernes, 2 de octubre de 2015

Excursión a Navalmanzano (Segovia). Tierra de pinares

Excursión a Navalmanzano (Segovia). Tierra de pinares.
27 y 28 de Junio del 2015.


Excursión de los miembros del grupo SEO-Vanellus.

 

Navalmanzano es un pueblo situado en plena Tierra de pinares, una amplia comarca que comprende el norte de la provincia de Segovia y el sur de la provincia de Valladolid, que presentan grandes extensiones de pino resinero (Pinus pinaster) y pino piñonero (Pinus pinea). Este bonito pueblo se encuentra a 37 km de Segovia y 22 km de Cuéllar. Está recorrido por el arroyo Malucas que vierte las aguas al río Pirón y el arroyo Polendos que desemboca en el propio Malucas. 

 

Estuvimos alojados en la conocida como casa "Tía Juana" que durante mucho tiempo fue el Estanco del pueblo y que actualmente funciona como hospedaje rural. A la casa se accede tras cruzar un puente sobre el arroyo Polendos. La parte izquierda del cauce del arroyo ha sido entubada, por lo que desde ese lado, no se puede apreciar el arco del puente. Decisión tomada por las autoridades municipales, que en nuestra modesta opinión, restan encanto al puente y al pueblo.



27 de Junio.

 

Debido a las numerosas zonas naturales que ofrecen la región fue difícil ponernos de acuerdo sobre qué zonas preferíamos visitar y conocer. Al final decidimos realizar la conocida como "Senda de los pescadores". Este itinerario comienza en el Puente Segoviano junto a la autopista de Valladolid (A-601) entre Cuéllar y Sanchonuño. La senda se inicia bajando por una escalera de madera hasta el cauce del río Cega, recorre unos 16 km del cauce, con la posibilidad de abandonar el itinerario en diferentes tramos, accediendo al pinar y volviendo al inicio a través del camino que recorre el borde superior del valle.

 

 
Inicio de la Senda de los Pescadores

 

Rápidamente nos vimos envueltos de una exuberante vegetación. Un verdadero bosque galería formados por alisos, sauces, chopos, y fresnos, pero también había una gran cantidad de arbustos como aligustres, madreselvas, rosales silvestres y algún que otro avellano. Entre las plantas herbáceas que observamos, destacaremos algunas orquídeas como la orquídea de los arroyos (Dactylorhiza elata) y la orquídea de los pantanos (Epipactis palustris). Esta última es una especie más escasa y parece ser que no existía ninguna cita en la zona.

 

 
Orquídea de los arroyos (Dactylorhiza elata)

 

 
Orquídea de los pantanos (Epipactis palustris)

 

Entre tal vergel, fue difícil localizar y observar a las pequeñas aves que se iban ocultando entre la espesa vegetación a medida que avanzamos, pero pudimos observar chochines (Troglodytes troglodites), petirrojos (Erithacus rubecula), currucas capirotadas (Sylvia atricapilla), mirlos (Turdus merula), oropéndolas (Oriolus oriolus), arrendajos (Garrulus glandarius) e incluso un ejemplar de la cada vez más escasa tórtola común (Sterptopelia turtur). Asignada por SEO-Birdlife como ave del año 2015 para llamar la atención sobre la disminución de sus poblaciones, debido fundamentalmente a la excesiva presión cinegética.

 

 

Tórtola común (Streptopelia turtur)

 

Durante este recorrido tuvimos el inconveniente de la existencia de una gran cantidad de mosquitos, que nos molestaron con sus inoportunas picaduras. Menos mal que íbamos preparados y llevábamos repelente. Después de aplicarlo nos dejaron en paz, aunque no del todo. Al llegar al tramo tercero de la senda decidimos ascender al pinar y regresar al punto de inicio. Cuando llegamos a la parte superior del valle, el paisaje cambió drásticamente, ya que la vegetación estaba constituida por pinos resineros y en menor proporción por pinos piñoneros. Este pinar estaba siendo explotado y a los pinos se les estaba extrayendo su apreciada resina, la cual es necesaria para elaborar distintos productos como barnices y pinturas. Posteriormente, nos contaron que hacía mucho tiempo que no se extraía resina del pinar, pero debido a la crisis esta actividad económica se había recuperado, dando un mayor valor al pinar, pues en muchas zonas estaba muy abandonado. En el pinar observamos nuevas aves que no habían sido divisadas antes, como carboneros comunes (Parus major), carboneros garrapinos (Parus ater), herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus), pinzones comunes (Fringilla coelebs), picos picapinos (Dendrocopos major), un cuco (Cuculus canorus) y un ágil alcotán (Falco subbuteo) que rápidamente desapareció en la espesura.


Carbonero común (Parus major)


En total realizamos una ruta circular de unos 6 km. Una vez que regresamos a donde estaban los vehículos, nos montamos  y nos dirigimos a Cuéllar. Continuamos por la SG-205 en dirección Cantarejo y tomamos una desviación a la derecha hacia el polígono industrial Prado Vega y el Club de Golf Villa de Cuéllar. Tras pasar por un puente sobre el Arroyo Cerquilla giramos a la izquierda y continuamos por un camino hasta llegar a una explotación ganadera, donde dejamos los coches pues el camino se estrechaba y decidimos continuar a pie.  

 

Observamos gorriones chillones (Petronia petronia) que seguramente tendrían sus nidos en las edificaciones de la granja. Después, continuamos el camino que transcurría entre una chopera y observamos: agateadores comunes (Certhia branchydactyla), escribanos montesinos (Emberiza cia), jilgueros (Carduelis cardulelis), pardillos (Carduelis cannabina) y pinzones (Fringilla coelebs).


Agateador común (Certhia branchydactyla)


También observamos un curioso insecto semejante a una libélula (Nemoptera bipennis), aunque pertenece al orden de los neurópteros y está emparentado con la hormiga león, al cual fotografiamos de manera insistente y hasta la saciedad.

 


Nemoptera bipennis


Nemoptera bipennis


El camino nos llevó a la laguna de El Espadañal. Esta laguna había sido desecada en 1960 desviando las aguas del arroyo Pradillo. Sin embargo, ha sido recuperada gracias a la construcción de pequeños diques y canalizando de nuevo las aguas del arroyo hacia la laguna. Actualmente la laguna tiene una superficie inundable de unas 50 hectáreas. En la laguna observamos: ánades reales (Anas platyrhynchos), zampullines comunes (Tachybaptus ruficollis), fochas comunes (Fulica atra), garza reales (Ardea cinerea) y cigüeñas blancas (Ciconia ciconia).

 


Laguna de El Espadañal


Laguna del El Espadañal


Entre la vegetación de las orillas de la laguna descubrimos una pequeña rana de San Antonio (Hyla arborea), que estaba inmóvil y perfectamente camuflada.

 


Ranita de San Antonio (Hyla arborea)


Comparación del tamaño de la ranita con la mano


Tras permanecer un buen rato en las inmediaciones de la laguna decidimos regresar a los vehículos e ir a Cuéllar.  Estuvimos paseando por sus calles y aprovechamos para comprar pan. A las 14:15 volvimos a los coches y regresamos a Navalmanzano, donde comimos tranquilamente en la casa e incluso reposamos la comida, ya que el intenso calor del mediodía hacia desaconsejable salir de casa. A las 18:30 aproximadamente, cuando comenzaba a bajar un poco la temperatura, acordamos comenzar una nueva excursión. Habíamos elegido realizar la llamada "Ruta la casa del Ingeniero". Para ello, desde Navalmanzano tomamos la carretera Turégano-Navas de Oro (SG-222) y tras pasar por Fuentepelayo, Aguilafuente, Sauquillo de Cabezas, llegamos a Turégano.


Este pueblo tiene como principal atractivo arquitectónico su castillo, que es una fortaleza medieval del siglo XV y como peculiaridad tiene en su interior una iglesia románica del siglo XII, que tras la construcción del castillo quedó dentro de su perímetro defensivo. 

 

 

Castillo de Turégano

 

Desde la zona deportiva de Turégano tomamos una pista de tierra hasta llegar a la Casa del Ingeniero, donde aparcamos los coches y comenzamos la ruta. Nos adentramos en un precioso pinar de pinos resineros, perfectamente cuidado, de donde estaban extrayendo su apreciada resina. Llegamos hasta el Refugio de la Calle Ancha, momento en el que decidimos regresar.

 

 

Pinar de pinos resineros

 

Observando aves en el pinar

 

Extracción de resina

 

En el pinar observamos rabilargos (Cyanopica cyanus), carboneros garrapinos (Parus ater), totovías (lullula arborea), verdecillos (Serinus serinus), jilgueros (Carduelis carduelis), trepadores azules (Sitta europaea) y un ejemplar de zorzal charlo (Turdus viscivorus). También observamos un ejemplar de aguilucho pálido macho (Circus cyaneus) cuando regresábamos de nuevo a Turégano por la pista forestal, el cual estaba sobrevolando los campos cerealistas.

 


Trepador azul (Sitta europaea)


De regreso a Navalmanzano iniciamos los preparativos para realizar una barbacoa, ya que para cenar teníamos previsto degustar una parrillada de verduras, de chuletas de cordero y de deliciosos chorizos elaborados por el propio carnicero del pueblo. Nos acompañaron Enrique, el dueño de la casa y su mujer, Charo. Después de cenar, Enrique sugirió dar una vuelta por el pueblo e incluso subir a la Ermita de Santa Juliana. La temperatura era agradable y fresca a diferencia del tórrido calor del día, lo que acompañaba a realizar el paseo. Una vez que abandonamos las calles del  pueblo, tomamos el camino del Calvario que nos llevaría hasta la Ermita. Este se inicia desde la cruz del Cristo de un pedestal con tres piezas, a continuación pasamos por encima del Puentecanto, puente de estilo neoclásico con un único ojo en arco de medio punto, que nos permitió cruzar el arroyo Malucas. Al otro lado del puente encontramos la siguiente cruz de sección cuadrada y a medida que íbamos avanzando por el camino la sección de las cruces fue cambiando desde cuadrada, pasando por ortogonal, hasta terminar en sección circular. Enrique nos explicó que este cambio en las secciones de las cruces a lo largo del camino simbolizaba "el camino de la perfección celestial" que se alcanzaba ya en la última cruz en las inmediaciones de la Ermita. En total, creo que contamos unas 15 cruces a lo largo de todo el recorrido. 

 

La ermita de Santa Juliana fue construida a finales del siglo XIII o principios del siglo XIV de estilo arquitectónico mudéjar, y más concretamente al conocido como románico de ladrillo, muy característico en la zona. En su interior conserva una imagen del siglo XVI conocida como el Cristo de Santa Juliana y un retablo barroco procedente de la parroquia del municipio, que evidentemente no pudimos contemplar al encontrarse la ermita cerrada. Enrique nos contó que según cuenta la leyenda, los frailes que custodiaban la ermita desaparecieron de la noche a la mañana abandonando la ermita y su tierras.


Ya de regreso y cuando pasamos al lado de una gran retama, Enrique llamó nuestra atención y nos explicó que a esta planta se le atribuyen poderes curativos, de modo que las mujeres del pueblo, tras realizar unas oraciones, anudaban lazos a sus ramas. Continuamos nuestro camino de regreso y a lo largo del recorrido, nos sorprendió en la oscuridad de la noche el reclamo de un alcaraván (Burhinus oedicnemus)


Una vez que llegamos a la casa "Tía Juana", nos despedimos de Enrique y Charo y nos fuimos a dormir, ya que al día siguiente íbamos a iniciar bien temprano una nueva excursión por la zona.



28 de Junio.

 


Para este día nos acompañaron Enrique y dos de sus amigos, Emilio Blanco y Jaime Gila, que como buenos conocedores de la zona nos sugirieron realizar una ruta por el pueblo de Caballar, llamada "Ruta del agua o de las fuentes". Desde Navalmanzano tomamos la carretera SG-222 hasta Turégano y desde allí, la SG-V-2363 nos llevó a Caballar. 

 

 
Ruta de agua. Imagen tomada de http://www.segoviasur.com/index.php/rutas/rutas-del-agua/caballar-y-sus-fuentes.html


Dejamos los coches aparcados en el pueblo e iniciamos la ruta, tomamos un camino paralelo al arroyo Ventrones paseando entre huertas de hortalizas y árboles frutales (manzanos, nogales, ciruelos, perales, etc...), algunos de estos huertos ya están abandonados y se han reconvertido en plantaciones de chopos. Pronto llegamos a la Fuente Fresnera, situada en un prado triangular protegida por una valla de piedra. Entre las rocas calizas emergía un manantial de aguas cristalinas, lo que permitía observar nítidamente a los pequeños pececillos que nadaban nerviosos en sus aguas. 


 

A lo largo del paseo, Jaime y Emilio, como extraordinarios botánicos, nos fueron deleitando con sus explicaciones sobre las distintas plantas que íbamos encontrando en nuestro recorrido. Nos enseñaron a identificar las más comunes e incluso nos comentaron algunos usos tradicionales de algunas de ellas. De entre todas las plantas que nos mostraron, destacaremos: el té de roca (Jasonia glutinosa), la ruda (Ruta montana), un cardo de bonitas flores púrpuras (Carduus platypus), una clavellina (Dianthus pungens) y los zapatitos de la Virgen (Sarcocapnos enneaphylla).

 

 

Carduus platypus

 

Dianthus pungens

 

Zapatitos de la Virgen (Sarcocapnos enneaphylla)

 

Continuamos ascendiendo por el valle y tomamos un camino a la derecha que sube a lo alto de la loma. Desde donde se accede a otro valle, concretamente al valle del arroyo Horco. Al descender hacia el valle, sorprendimos a un ratonero común (Buteo buteo) volando cerca del suelo y pudimos observarlo desde arriba. También divisamos un ágil corzo que rápidamente desapareció entre la vegetación.



Ratonero común

 
Corzo común

 

En el camino de descenso hacia el valle pasamos por delante de una cueva excavada en la roca caliza, llamada la "Cueva de las Cruces" donde se han encontrado yacimientos de la Edad de Bronce. 

 

 
Cueva de las Cruces

 

Continuamos el descenso hasta llegar a una plantación de chopos en donde se encuentra la Fuente Redonda o de la Sartén, que está rodeada por un muro de piedra caliza de forma circular con una canalización larga y profunda que conduce el agua hacia el exterior. Esta fuente es más caudalosa que la Fuente Fesnera y se observaba con toda claridad cómo emergía el agua del fondo debido al movimiento de los sedimentos. 

 

 
Observando la Fuente Redonda

 

Canalización del agua de la Fuente Redonda

A lo largo de este recorrido, tanto por el valle del arroyo Ventrones y el arroyo Horco observamos: carbonero común (Parus major), petirrojo (Erithacus rubecula), mito (Aegithalos caudatus), mirlo común (Turdus merula), alcaudón común (Lanius senator), colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), Herrerillo común (Cyanistes caeruleus), triguero (Miliana calandra), zarzero común (Hippolais polyglotta), oropéndola (Oriolus oriolus), gorrión chillón (Petronia petronia), jilguero (Carduelis carduelis), verderón común (Carduelis chloris) y pardillo (Carduelis cannabina). 

 

Continuamos por el fondo del valle hasta llegar a la carretera justo antes del puente que cruza el arroyo Horco. Cruzamos la carretera y continuamos por un paseo de hormigón que nos llevó hasta las inmediaciones del pueblo. Pero antes de continuar hacia el pueblo nos desviamos a la izquierda para coger un camino que nos conduciría hasta la Ermita de Fuente Santa y su fuente. 

 

 
Camino de San Frutos-Fuente Santa

 

Esta fuente está protegida por una construcción y una verja. En este lugar es donde se celebra el rito ancestral y religioso de las "Mojadas de Caballar", que consiste en sumergir los cráneos de San Valentín y de Santa Engracia en épocas de sequía para invocar a las lluvias. San Valentín y Santa Engracia fueron dos Hermanos de San Frutos. Durante la invasión musulmana huyeron al Duratón donde vivieron como ermitaños en cuevas y grutas. Al morir San Frutos marcharon al pueblo de Caballar y vivieron dedicados a la meditación en una pequeña iglesia ya desaparecida. Tras una incursión de los árabes por tierras segovianas fueron decapitados y sus cabezas se encontraron en el fondo de la fuente. La primera Mojada documentada data del 30 de mayo de 1593 y la última fue el 6 de junio de 1982.

 

 
Fuente Santa

 
Fuente Santa

 

Tras reposar en la confortable sombra de los nogales plantados alrededor de la Ermita, regresamos por el mismo camino hasta el pueblo. En este recorrido observamos dos ardillas que estaban dando cuenta de las nutritivas nueces de los nogales centenarios que se encuentran en el recorrido. 

 

Ardilla común o roja

 

Una vez llegamos al pueblo visitamos el bar para aliviar la sed con refrescos o cervezas, según el gusto de cada uno. Acto seguido, dimos por acabada esta jornada. De modo que nos despedimos de nuestros nuevos amigos Emilio y Jaime y regresamos a Navalmanzano. Ya sin más tiempo que para comer, recoger nuestros equipajes e iniciar el camino de regreso a Madrid.


Iglesia románica Nuestra Señora de la Asunción



Agradecemos a Emilio y a Jaime su amabilidad por acompañarnos en la ruta por el pueblo de Caballar que, por sus amplios conocimientos sobre la flora de la zona, convirtieron el itinerario en una clase magistral.


Agradecemos también a Enrique y a su mujer Charo toda su dedicación y empeño para que no nos faltase de nada en la casa y  que estuviéramos lo más confortable posible.

 

Crónica realizada por Miguel Ángel Díaz.


Hasta la próxima excursión.

 

consultar su blog.


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